¿Cuál es la razón de ser de tu pequeña empresa? ¿A dónde va?
Tener un plan: la base para definir hasta dónde (y cómo) queremos llegar
A veces resulta complejo hablar de branding, marketing, comunicación a los empresarios y responsables de pequeños (o medianos) negocios/comercios.
Quizá el concepto marketing y todo el batiburrillo de vocablos anglosajones que utilizamos los marketinianos no ayuda a acercar este mundillo a todas aquellas personas que desde que amanece hasta que cae la noche se dejan el “pellejo” e invierten todo su esfuerzo por sacar adelante su proyecto. Para estas personas ya es duro conseguir clientes, controlar a sus proveedores, gestionar la parte administrativa, conciliar horarios… como para que le hablen con palabrejas que “suenan a humo”.
Generalmente todo lo relacionado con el marketing, suena -de primeras- a coste y en general parece que es terreno acotado a las grandes compañías y multinacionales.
Sin embargo, cada pequeño (o gran) paso que damos en cualquier negocio se vincula de manera directa o indirecta a la comunicación y a los clientes ó a cómo impactamos en nuestro mercado: desde elegir un logo, decorar el establecimiento, hacer una web, diseñar el rótulo, elegir las bolsas, imprimir una factura, redactar un email o hasta cómo hablamos y qué tipo de relación establecemos con nuestros clientes actuales y potenciales. No hablamos de grandes inversiones en televisión o el patrocinio de un macroconcierto, hablamos de la presentación de nuestra pequeña tienda o nuestro servicio a nuestro área de influencia: ¿tienes Facebook? ¿regalas un globo a los niños que entran en tu zapatería? ¿está tu tarjeta de visita bien impresa? ¿te pueden encontrar en Google? ¿Sabes si tu cliente es de cortado o con leche? La lista puede ser interminable, todo lo extensa que uno quiera, pero a veces, muchas de estas cuestiones no se planifican, no se plantean, se definen “sobre la marcha” o se improvisan…y concluye con que unas actuaciones no se coordinan con las otras, no se hacen bien o no se miden.
Hace unos días, en una primera reunión con un posible cliente, me preguntaban de manera directa ¿Cuántas personas necesito en mi departamento de marketing? ¿cuánto debo invertir? ¿Qué debemos priorizar?… No pude ni quise responder a estas cuestiones, porque la primera y más relevante cuestión es ¿qué quieres conseguir? Gran sorpresa: este gran interrogante estaba sin resolver.
Si no hay un objetivo, no hay plan. Y no hay peor plan, que no tener plan.
Definir cuál es la visión más ambiciosa (aunque realista) de nuestro proyecto nos puede marcar una meta, un destino que, por lo general, habrá que dividir en etapas. Se trata de objetivos numéricos, también pueden ser cualitativos…pero siempre es necesario pensar en cómo se va a medir la consecución de dichos propósitos y conocer dónde se ha fallado o cómo podemos mejorar aún más para optimizar el esfuerzo, esto es desde nuestro perfil en Facebook, a hacer una campaña de pre-rebajas a nuestros clientas habituales, preparar un email con la presentación de un nuevo servicio, vinilar nuestra furgoneta de reparto, o simplemente hacer el mejor pintxo de “xx” en la zona para colocarnos en la mente del consumidor.
Un plan de marketing para una pequeña empresa no es costoso, ni difícil, pero es necesario dedicarle tiempo porque será la hoja de ruta que nos lleve al éxito y no nos haga olvidar los pilares que dieron luz al origen de nuestra empresa, aquellos que nos entusiasmaron para ponerlo en marcha y verlo crecer.
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